Los niños deben ver y tocar cuantas experiencias puedan. Tocar, interactuar, relacionarse, oír, escuchar explicaciones que posiblemente no entiendan todavía al completo, diferenciar y comprender de causas y efectos, y tener libertad para equivocarse y levantarse, sabiendo que siempre hay alguien que le puede ayudar sin amenazas, sin castigos, sin miedos.
A los niños hay que controlarlos, hay que ponerles límites, deben entender que hay cosas que no se deben hacer. Y para ello como educadores padres debemos ser firmes y constantes, nunca violentos pero sí coherentes en nuestra explicación. Explicar los motivos no es ceder ni dar caminos para enseñarles a salirse de ellos.
Y a los niños hay que inculcarles, a veces con dificultad, que deben saber controlarse. De forma física y de forma verbal. Controlar el cuerpo, la voz, las palabras, los gritos, las patadas, el morder. Y para eso hay que ser ejemplo claro. Ellos sobre todo miran y aprenden de mirar y ver comportamiento de “otros”. Muchas veces de nosotros.
A los niños hay que controlarlos, hay que ponerles límites, deben entender que hay cosas que no se deben hacer. Y para ello como educadores padres debemos ser firmes y constantes, nunca violentos pero sí coherentes en nuestra explicación. Explicar los motivos no es ceder ni dar caminos para enseñarles a salirse de ellos.
Y a los niños hay que inculcarles, a veces con dificultad, que deben saber controlarse. De forma física y de forma verbal. Controlar el cuerpo, la voz, las palabras, los gritos, las patadas, el morder. Y para eso hay que ser ejemplo claro. Ellos sobre todo miran y aprenden de mirar y ver comportamiento de “otros”. Muchas veces de nosotros.