La izquierda no tiene quien le escriba. En papel.
Así que la izquierda está trasladada a lo digital, a los medios digitales, con todo lo que eso supone para la viabilidad de las empresas de papel, de las ideas, de la manipulación, del cambio generacional a la hora de consumir información y opinión.
Como además ya se llevan excesivos meses sin escribidor en papel, la situación parece irreversible. Tanto que parece imposible rentabilizar ningún medio nuevo en papel que osara nacer, sea diario o semanal, y que se dedique de nuevas a intentarlo en el papel.
Han cambiado o han llevado a cambiar, las formas de consumir información.
Entre todos la tenías y ella sola se meó.
Lo triste para la calidad, es que en ese medio nuevo (o no tan nuevo) de comunicación que es el digital, se cuelan muchos barros. En una dirección complicada de ser detectada funcionan algunos medios seudo izquierdas que han detectado el hueco pero no quieren irse a la izquierda de verdad. Y de otro las redes sociales tan fáciles de corromper por todos.
Y efectivamente, unos grandes medios de comunicación digital de izquierda, que intentan ser rentables para seguir siendo posibles. No doy nombres, pero todos los que queremos, ya los conocemos y los seguimos. Su trabajo hoy es insustituible.
La calidad es muy difícil de medir, más en algo tan intangible como la información donde casi todos nos estamos volviendo unos expertos en modificar los verbos y los adjetivos, para decir lo uno y lo contrario, sin que se note mucho. Y de estos barros saldrá una nueva sociedad embarrada. Es lo que nos toca desde la desesperanza del sentido común ya perdido.