Cuando hablamos de los Presidentes de Gobierno que ha tenido España nos olvidamos con bastante normalidad muy equivocada del Torcuato Fernández Miranda, que lo fue durante 11 días, entre el asesinato de Carrero Blanco y el nombramiento de Carlos Arias Navarro.
Podríamos olvidarnos si su labor en esos días, en los anterior pero sobre todo en los posteriores, hubiera sido neutra, gris, apagada, de salir del paso. Pero no fue así y por eso su figura desdibujada es un pasivo en nuestra historia de la Transición.
Torcuato fue sobre todo un profesor de Derecho Político, antes que ministro, Presidente del Gobierno, Secretario General del único partido que existía en el Franquismo o Presidente de las Cortes. Y como profesor además de tener influencia sobre Juan Carlos I le permitió tener contactos con los nuevos políticos que desde la sombra de la clandestinidad iban edificando poco a poco la nueva democracia.
Diseñó desde los despachos la transición a la democracia, desde esa fontanería que ya se empleaba para ocupar puestos importantes pero sin tener que ser los primeros de la lista. Su influencia sobre Juan Carlos I era clara y supo edificar una reforma antes que una ruptura, para que fueran las leyes las que avanzaran poco a poco hacia una democracia occidental.
Su planteamiento político era claro. Dos partidos políticos con extenso poder sobre la sociedad. Uno de derechas heredero del franquismo más reformista, y otro socialista moderado que le diera la réplica y para ello prefería a un PSOE histórico, antes que a un PSOE joven y nuevo. Antes a Llopis que a Felipe González. Y aquí es donde se equivocó.
Antes de que Juan Carlos I se decidiera por Adolfo Suárez como Presidente de las reformas, el propio Torcuato Fernández Miranda ya le había propuesto al Rey una lista con posibles candidatos a liderar el proceso. La lista estaba compuesta por: Areilza, Fraga, López de Letona, Pérez de Bricio, Federico Silva, López Bravo y Adolfo Suárez.
Podríamos olvidarnos si su labor en esos días, en los anterior pero sobre todo en los posteriores, hubiera sido neutra, gris, apagada, de salir del paso. Pero no fue así y por eso su figura desdibujada es un pasivo en nuestra historia de la Transición.
Torcuato fue sobre todo un profesor de Derecho Político, antes que ministro, Presidente del Gobierno, Secretario General del único partido que existía en el Franquismo o Presidente de las Cortes. Y como profesor además de tener influencia sobre Juan Carlos I le permitió tener contactos con los nuevos políticos que desde la sombra de la clandestinidad iban edificando poco a poco la nueva democracia.
Diseñó desde los despachos la transición a la democracia, desde esa fontanería que ya se empleaba para ocupar puestos importantes pero sin tener que ser los primeros de la lista. Su influencia sobre Juan Carlos I era clara y supo edificar una reforma antes que una ruptura, para que fueran las leyes las que avanzaran poco a poco hacia una democracia occidental.
Su planteamiento político era claro. Dos partidos políticos con extenso poder sobre la sociedad. Uno de derechas heredero del franquismo más reformista, y otro socialista moderado que le diera la réplica y para ello prefería a un PSOE histórico, antes que a un PSOE joven y nuevo. Antes a Llopis que a Felipe González. Y aquí es donde se equivocó.
Antes de que Juan Carlos I se decidiera por Adolfo Suárez como Presidente de las reformas, el propio Torcuato Fernández Miranda ya le había propuesto al Rey una lista con posibles candidatos a liderar el proceso. La lista estaba compuesta por: Areilza, Fraga, López de Letona, Pérez de Bricio, Federico Silva, López Bravo y Adolfo Suárez.
Y esa lista estaba perfectamente engordada para que la figura de Adolfo Suárez brilla sobre todos los demás. No había que recomendar directamente, simplemente había que colocarlo en unas listas con mediocres o franquistas duros.
De un total de hasta 32 candidatos que el Consejo del Reino baraja en un principio para liderar el proceso de Transición, se van restando nombres hasta dejar la terna que finalmente se le presenta al Rey. Y en esos procesos de ir restando, la fontanería de algunos miembros de ese Consejo del Reino es fundamental para restar y posicionar.
Al final, esos tres nombres fueron:
Federico Silva con 15 votos finales - Exministro de Obras Públicas con Franco
Gregorio López Bravo con 13 votos finales - Exministro de Industria y de Asuntos Exteriores con Franco
Adolfo Suárez con 12 votos finales - Exministro del Movimiento con Franco durante 7 meses
Torcuato siguió trabajado para Suárez y el Rey, y fue el artífice de la mezcla de muchas ideas que finalmente cuajó en la Ley de Reforma Política, que defendió y presentó a Suárez como la hoja de ruta de la Transición española.
Torcuato murió joven en el año 1980, a los 65 años de un ataque al corazón, lo que le impidió ser también protagonista del debacle de la UCD y del control del Golpe de Estado de 1981.
Tal vez el hecho de fallecer en 1980, cuando todavía quedaba mucho por hacer, haya agrisado su figura, pero sin duda es uno de las tres personas que lideraron para bien o para mal la Transición Política desde el diseño de sus pasos legales y de su fontanería necesaria. Juan Carlos I, Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda.
Cada uno en su papel bien diseñado.
De un total de hasta 32 candidatos que el Consejo del Reino baraja en un principio para liderar el proceso de Transición, se van restando nombres hasta dejar la terna que finalmente se le presenta al Rey. Y en esos procesos de ir restando, la fontanería de algunos miembros de ese Consejo del Reino es fundamental para restar y posicionar.
Al final, esos tres nombres fueron:
Federico Silva con 15 votos finales - Exministro de Obras Públicas con Franco
Gregorio López Bravo con 13 votos finales - Exministro de Industria y de Asuntos Exteriores con Franco
Adolfo Suárez con 12 votos finales - Exministro del Movimiento con Franco durante 7 meses
Torcuato siguió trabajado para Suárez y el Rey, y fue el artífice de la mezcla de muchas ideas que finalmente cuajó en la Ley de Reforma Política, que defendió y presentó a Suárez como la hoja de ruta de la Transición española.
Torcuato murió joven en el año 1980, a los 65 años de un ataque al corazón, lo que le impidió ser también protagonista del debacle de la UCD y del control del Golpe de Estado de 1981.
Tal vez el hecho de fallecer en 1980, cuando todavía quedaba mucho por hacer, haya agrisado su figura, pero sin duda es uno de las tres personas que lideraron para bien o para mal la Transición Política desde el diseño de sus pasos legales y de su fontanería necesaria. Juan Carlos I, Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda.
Cada uno en su papel bien diseñado.