Desde el año 1973 las industrias textiles españolas tuvieron que soportar una grave crisis por diversos motivos que se unían y la habían más dura y compleja de resolver. La apertura comercial de nuevos mercados productores textiles en Asia y una maquinaria y procesos de producción claramente antiguos y poco competitivos en España, con una clara descapitalización de las empresas textiles sobre todo en el norte de España hacen imprescindible un claro y contundente ajuste de empresas y por ella la pérdida de miles de puestos de trabajo en las industrias textiles.
Desde 1977 a 1984 se realizó un severo plan de ajuste en este sector que permitió un ligero crecimiento a partir de 1985. Pero a partir de 1990 las propias empresas española optan por comenzar pequeños procesos de deslocalización que posteriormente se vuelven netamente abusivos.