Hoy el Estado, es decir la sociedad, se organiza alrededor de sistemas políticos de gestión y control. Pero no siempre ha sido así, y el papel político de la actualidad, durante siglos fue ocupado por la religión que era quien controlaba a las personas. Al final todo son sistemas mejores o peores, que lo único que buscan son teóricos beneficios sociales para que las personas funcionen con arreglo a los poderes establecidos.
No es un alegato al anarquismo, es la constatación de que desde el inicio de las sociedades tribales prehistóricas, siempre unos mandan sobre otros con arreglo a diversas herramientas de miedo mezcladas con unas dosis de libertad y de beneficios comunes.
Podemos tener dudas sobre donde colocar a la justicia o a los defensores con armas de lo establecido. Según unos hay que colocarlos en la parte del poder que dicta y controla, y según otros en la parte de la seguridad para ser más felices todos.
Elementos estos imprescindibles para que la sociedad funcione. Sin justicia y sin defensores contundentes amparados en su justicia para ofrecer una seguridad controlada, no existe sociedad estable. Aunque no siempre estable es sinónimo de positiva para los ciudadanos. Depende. El caos no es estable ni positivo.
El anarquismo hasta el momento tampoco ha demostrado nunca que sea estable ni positivo. Sobre todo porque una vez funcionando el anarquismo en cualquier sistema social, en muchos casos los que lo gestionan no son anarquistas, sino poderosos manipuladores y controladores.
Las religiones nacieron en un principio como un poder sobrenatural que sabía controlar los miedos y las preguntas que todo ser humano se hace en algún momento. Y se inventaron las respuestas para convencer de que precisamente ellos eran la respuesta. La vida, la muerte, el cielo o dios siempre han sido elementos claves para atemorizar y sujetar pensamientos. Se llamen como se llamen los dioses y los cielos.
Al final como personas animales que somos, nos preguntamos por esos elementos naturales que nos hacen dudar y que algunas organizaciones sociales saben respondernos, pues conocen perfectamente qué queremos escuchar. Y así nos tienen pillados ante el miedo al más allá, a lo desconocido, a lo terrenal mal entendido. Psicología social para tener poder.