Me quejaba en esta entrada de la deriva que los sindicatos tomaron en España a partir de 1982, volviéndose excesivamente pragmáticos. Pero es cierto que si bien me refería a los dos grandes sindicatos de ese momento —CC.OO. y UGT— me olvidada del papel realizado por otros sindicatos, que por diversos motivos siguieron con otras defensas de los trabajadores que al final se han reconocido como más lógicas.
Tanto USO desde ideas cristianas, como CNT y CGT ambos desde planteamientos de ideología anarquista, no se dejaron atrapar (sobre todo estos dos últimos) en las redes de los caramelos económicos con los que parecían tapar discrepancias con financiaciones indirectas no siempre claras.
Un gran error de la Transición fue no sentar unas bases lógicas y posibles para la financiación de los partidos políticos y sindicatos.
Fuera financiación pública o mixta, pero capaz de que tantos unos como otros no tuvieran que recurrir a trampas o "trampitas", a ciertos agradecimientos de estómago o a tener que copar parcelas de poder para estar más cerca de donde se decidían las financiaciones encubiertas, no ilegales, hay que advertir para que nadie sospeche lo que no fue ni es.
Entre lo ilegal y lo legal, está lo alegal.
Un sindicato es un agente social imprescindible en una democracia, y por ello debería haberse dispuesto desde el principio una financiación legislada, más viniendo todos los trabajadores desde un sindicato vertical donde era obligatoria la afiliación sindical.
Pero algunos sindicatos no deseaban jugar en igualdad de oportunidad con todos los demás sindicatos. Y esto siendo correcto —pues suponía no dejar entrar a sindicatos que no fueran de clase obrera— posibilitó que la financiación fuera en realidad un problema en vez de un asunto menor, o nada importante en el devenir diario de los sindicatos y partidos.
En estos momentos (datos de 2017) los cinco sindicatos más grandes de carácter estatal son CC.OO. y UGT con unos 900.000 afiliados cada uno, la CGT con unos 80.000, la USO con uno 70.000 y la CNT con un número indeterminado que puede ir desde los 10.000 a los 50.000 según fuentes diversas.
Personalmente creo que los dos grandes confunden afiliación de pago al día con afiliación que han pasado por sus centrales sindicales en los últimos años, pero no puedo asegurar nada al respecto. En cualquier caso son números alejados de la afiliación que se da en otros países europeos.
Si nos basamos en datos de los países nórdicos que son los más diferentes con España vemos que Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega tienen las tasas de afiliación más altas de la Unión Europea.
Y que frente al 16,7% del caso español (la media en la UNión Europea es del 25%), son un 80% los trabajadores daneses que están afiliados a un sindicato, un 74% en el caso de los finlandeses, un 78% de los suecos y un 53% de los noruegos. Efectivamente, en el caso contrario tenemos a Francia con menos afiliados que en España.
Y esto sucede en los países nórdicos porque allí prima un sistema distinto al español: los acuerdos que negocian los sindicatos únicamente afectan a sus afiliados.
Para terminar un dato crucial. El 21,2% de los trabajadores con contratos indefinidos pertenece a alguna central sindical, frente al 11% de los trabajadores con contratos temporales en España. Datos de 2017.