Pero las declaraciones de algunos líderes sindicales sí que me produjeron dolor por su torpeza, por su falta de responsabilidad en el pasado y en el presente, e incluso y fue lo que más me preocupó por su idioma no verbal al realizarlas. Sobraban sonrisas, formas, tonos, y faltaba empatia, entendimiento y admisión de la culpa.
Sabemos ahora, 10 años después, que desde la izquierda lo hemos hecho MUY mal, que no es admisible acatar con benevolencia lo que ha demostrado tener unos resultados desastrosos para los trabajadores y las partes más débiles de nuestra sociedad.
Es mentira que para aumentar nuestra capacidad de competitividad haga falta trabajar más y por menos sueldo. Y como ejemplo me puedo remitir a los sueldos de los alemanes, austriacos, franceses, suizos, ingleses o suecos, por poner algunos ejemplos. El problema NO ES los sueldos altos, luego la solución no puede ser bajar los sueldos de los que ya eran bajos.
Es verdad que nuestra productividad es más baja que la media europea, pero es falso que para aumentarla haya que trabajar más, ni menos horas. Simplemente hay que trabajar mejor y con mandos intermedios y directivos mucho mejor formados. En España hay grandes empresas que son ejemplo por su elevada productividad.
Que los sindicatos y sus líderes que son los que los representan, pongan caras sonrientes ante el destrozo del mercado laboral, de su dignidad y sus derechos, me produce pena. La respuesta de la desafección nos la dieron ellos mismos con sus respuestas. Tenemos lo que sembramos.