Si creéis que os han robado los datos de cualquier red social, no os preocupéis lo más mínimo. Tranquilos, no pasa nada de nada. Vuestros datos los tenían antes de seguir escribiendo en cualquier red social, en decenas de lugares diferentes, a la venta si sois importantes para el sistema de compra y venta. Empaquetados y distribuidos para ser analizados.
Lo normal es que no seáis nunca “una persona” sino un componente más de un grupo de personas, consumidoras de vida, interesantes como tendencia, como mercado donde todo se vende y compra, incluidas las ideas y los amigos.
Es verdad que el uso de los datos de las redes sociales son más interesantes pues a través de ellos además de verte a ti, observan, estudian y monitorizan a todos tus amigos. Con uno de vosotros que déis permiso a que os hagan un estudio para una Universidad, estás abriendo el camino para vuestros 1.000 o 2.000 amigos, que no se están enterando.
Pero muchos de estos datos ya lo tenían, previo pago o previo análisis desde “El Sistema”. Saben cuando compras y donde. El qué y su distribución sobre otras marcas, otras tiendas. Saben pues lo que comes y lo que bebes. Lo que regalas y cada cuanto te cambias de televisor o de calzoncillo. Esto es muy sencillo si analizan los pagos de tu tarjeta de crédito. Y no lo hacen contigo, sino con un paquete donde te han incluido junto a miles de personas similares.
Incluso saben cuando vas a volver a comprar algo, y pueden mandarte ofertas personalizadas unas semanas antes. Esto es algo muy habitual, aunque no lo notemos. Hay equipos de personas pegadas a ordenadores analizando conductas de consumo. Es su trabajo.
Pero por si esto te parece poco sabemos quien entra a un museo, a un cine, a una tienda comercial. A qué hora entran los ancianos o los jóvenes. Cuánto tiempo están dentro y si entran solos o acompañados de alguien. Sabemos si con una pensión de 600 euros se puede vivir aunque digan lo contrario los medios de comunicación y a partir de qué cantidad un grupo de pensionistas se lanzan a la calle desaforadamente o en cambio se vuelven consumistas y tranquilos.
Con las redes sociales saben perfectamente de quien hay que hacerse amigo para influir en todos sus amigos con opiniones políticas o sociales inventadas, fabricadas. Si alguien quiere crear una personalidad falsa para vender pañuelos de papel o ideas políticas, sabe elegir muy bien no a tí como persona, sino al paquete de personas donde están metido como un grupo determinado. Es muy sencillo. Los algoritmos informáticos lo hacen en cuestión de segundos, si se les sabe preguntar.
A partir de crear esos paquetes y de meter entre ellos a personalidades falsas que pueden ser simpáticas o sesudas, razonadas o locas, según lo que hayan visto en tu propia personalidad grupal, lograr manipular lo que toquen es muy sencillo.
Pero no te preocupes. Saben a dónde has ido tú, pues decenas de cámaras te observan. La identificación por rasgos funciona perfectamente. Sabes por donde te mueves siguiendo el rastro de tu teléfono móvil. Con quien te cruzas, a donde vas todos los días con patrones repetitivos, qué compras, cuántas veces haces el amor y cuantas el sexo. Así que no te preocupes por lo de Facebook. Es lo de menos.