Siempre tras un asunto importante para España en este medio siglo atrás, vemos la sombra de los EEUU en alguna esquina. Si nos remontamos al atentado a Carrero Blanco en el año 1973, también hay sombras no aclaradas que nos indican que algo debían saber sobre una acción realizada muy cerca de su embajada, en un atentado chapuza en su preparación, de esos que dejan huella y que nadie detecta, ante un coche sin las suficientes medidas de seguridad.
Era tras Franco el segundo hombre más importante del franquismo, con un sencillo servicio de escolta absurdo que permitía todos los días un recorrido muy similar hasta la iglesia donde escuchaba misa diaria. Con un escolta había vivido durante años paseando por Madrid andando, siendo ya Vicepresidente del Gobierno. Por eso parece incluso absurdo que se preparara un atentado sofisticado cuando era incluso sencillo atacar por encargo de cualquier maleante madrileño.
Es verdad que al ser nombrado Presidente se le asignan hasta siete policías más de escolta, que él mismo no acepta de buen grado. Incluso viajaba en tren cuando se desplazaba a visitas familiares a Andalucía, lo que si se hubiera deseado, era muy sencillo atentar sin un sistema complicado. El tipo de explosivo (C4) y el que la embajada de los EEUU estuviera a unos 100 metros de distancia y a que en ella unos días antes había estado el propio Henry Kissinger, nos hacen sospechar que algo deberían haber revisado los americanos, en un atentado que llevó semanas de preparación y que sin duda dejaba huellas claramente detectables.
Es cierto que la desclasificación de algunos papeles de la CIA en fechas recientes parecen indicar que ellos no sabían nada, pero no se dice nada de lo que por aquellos años se apuntaba como más probable. Que hubieran sido los servicios secretos militares americanos los que hubieran estado detrás del atentado, señalando objetivo y trayectos e incluso cambiando a última hora el explosivo colocado por ETA en el zulo por el conocido explosivo militar C4 de fabricación americana, mucho más potente. ¿La verdad? Tardaremos en saberla.