La desigualdad entra de lleno en aspectos tan universales como la Justicia, la Sanidad o la Educación en España, aunque nos quieran convencer de lo contrario. Y contra esas desigualdades en aspectos tan fundamentales no alzamos la voz con suficiente fuerza. Y estoy hablando de España y de sus desigualdades contundentes, a veces escondidas para no alarmar.
Ante la Justicia no es lo mismo acudir con un buen abogado que con uno de oficio, aunque algunas veces los primeros también hagan Turno de Oficio. Pero la Justicia es cara si queremos que sea buena y se necesitan trabajos añadidos que se salen de los costes tasados. Esos trabajos lo pueden pagar unos y no los pueden pagar otros.
Un juez no ve de la misma forma los alegatos escritos por un abogado muy reconocido que por un abogado recién salido. Un abogado que empieza y es Turno de Oficio quiere ganar casos y no presta la debida atención a los que sabe que son muy complejos y necesitan muchas horas de preparación. Es Ley Humana lógica. Quien puede pagar y elegir tiene más posibilidades de ganar.
Con la educación sucede algo parecido. Mientras se insiste desde una parte de la sociedad y de forma idiota que los libros deben ser gratis, que hay que construir con ladrillos más colegios en tu propio barrio, que los trabajos en casa es castigar a los niños, y se recorta en profesores de calidad, de procesos innovadores en educación, o se cambian los sistemas educativos sin ton ni son, hay otros alumnos que hacen todo lo contrario.
Poseen más libros de los indicados que complementan lo que se enseña, siguen trabajando en sus casas y coge autobuses para acudir a colegios que a veces están muy alejados de su barrio.
Es curioso que si los profesores piden material diverso no haya problemas en los colegios que menos lo necesitan, y sea muy complicado lograrlo en los colegios más necesitados. Y que sigamos insistiendo en que la Educación es Universal, gratuita e igualitaria.
A su vez la educación también se compone de ayudas de muy variado tipo, apoyos familiares, bibliotecas, actividades externas, visitas, profesores de apoyo, y materiales diversos que no son accesibles por igual a todos los niños. Vuelve la desigualdad según el nivel económicos de las familias, pero seguimos en silencio.
Pero es posiblemente en la Sanidad donde la desigualdad es más brutal. El acceso a pruebas médicas rápidas acelera diagnósticos y tratamientos, y esas pruebas si las queremos rápidas deben ser privadas pues en algunas especialidades las demoras son de muchos meses. Las segundas opiniones casi siempre hay que buscarlas en el ámbito privado. No son muy caras, pero para muchas familias son prohibitivas.
Esperar ocho meses a un diagnóstico excepto en enfermedades muy graves donde es muy rápido en la Sanidad Pública, puede suponer problemas futuros de salud y sobre todo supone trastornos y falta de libertad personal. Las Mutuas Laborales aceleran sus procesos para evitar Bajas Médicas Laborales, a costa de servicios de Sanidad Pública a los jubilados. hay que decirlo también.
Es curioso constatar que las peores alimentaciones se dan en barrios de clase obrera, incluso con más locales de comida rápida en comparación a barrios de nivel económico alto. Lo mismo sucede con los locales de apuestas. Somos pobres y además no sabemos utilizar el dinero pues no hemos aprendido.
Se consume menos fruta y verdura, más carne de cerdo. Es estadística conocida. Menos conocido es el grado de salud mental de unos barrios en relación a otras zonas de la misma ciudad, pero en eso ya no quiero entrar. Existen casos curiosos, casi silenciados, y sobre todo muy conocidos.
En los barrios de menor poder adquisitivo hay (normalmente) menos gimnasios, menos zonas verdes, menos seguridad para correr por las tardes, menos equipos deportivos. Hay menos inversiones públicas para dotar de calidad humano a sus entornos.
Se nos dice que hay que comer mejor, pero curiosamente eso es más caro. O se calla la realidad de que las empresas cercanas a los barrios obreros contaminan y afectan a la salud de sus vecinos. Las familias con menos recursos y con varios hijos no reciben ayuda más que de sus padres a veces muy mayores. No es posible encajar la salud en igualdad con todas estas posibilidades.
La salud bucodental afecta a nuestra salud en general. No tener estrés o poder acudir a terapias de relajación afecta a nuestra salud. Pero eso no siempre se puede pagar por las familias con menos recursos. En los barrios ricos de Madrid se vive unos 7 años más que en los barrios obreros, y eso es por algo relacionado con la salud pasiva.
Es más sencillo adelgazar o controlar la glucosa o el colesterol con un nivel económico alto. El Sistema Universal de Salud sabe decirnos lo que nos sucede y pueden recetarnos ciertos medicamentos, pero prevenir es mucho más que eso. Es también hacer cambios de vida que no siempre se pueden realizar con facilidad.
Tener un ocio sano es muy recomendable, pero no todas las personas pueden acceder a él. Sus horarios son intempestivos, sus necesidades múltiples para seguir peleando por un trabajo estable. Y así cierto hábitos son casi imposibles de modificar.
Es más sencillo dejar de fumar si tu vida la puedes controlar en su intensidad agotadora que si has caído en un estrés constante. Lo mismo sucede con el alcohol o con los vicios rápidos cuando hay poco tiempo para disfrutar de las escapadas mentales.
La desigualdad entre la Justicia, la Educación o la Salud es un drama que profundiza la desigualdad social y económica.