Mi sobrino está decidiendo dejar de estudiar, que es una decisión como otra cualquiera. En la vida se toman muchas decisiones de variado tipo. Lo malo es si al final decide no hacer nada, que es también otra decisión libre. Lo malo de algunas decisiones vitales no es cambiarlas por otras. Lo malo es dejar de hacer algo…, para no hacer nada.
Cada vez cuesta más a los jóvenes (y no digo nada a sus padres) convencerse de que estudiar sirve para algo en esta sociedad líquida. La clásica respuesta de padre es…: —Pues si estudiar no sirve, imagínate NO estudiar.
No son ya tiempos para el autoaprendizaje, esto es cierto. En la medida en que es más sencillo formarse por cuenta de la libertad, más complejo es alcanzar metas satisfactorias o que sobresalgan de la media o que nos llenen de gozo personal.
Tener una formación es por lo general un carnet que te sirve para vivir más feliz. No tanto en ingresos de dinero que suele ser lo más sencillo de tener, como de ingresos inmateriales como la libertad, el disfrute con lo que haces, la compañía de personas que te aporten, etc. Siempre hay excepciones y solo podemos hablar de la media estadística, pero por hay van los tiros.
Yo a mi sobrino le puedo decir poco, pues no me escucha. Y hace bien. Los tíos nunca tenemos que estar para dar la vara. Pero le voy a pasar este enlace para que me odie un poco más. Los viejos tenemos ese punto cabrón de ser odiados por los que más nos deberían necesitar. Lo hemos hecho todos, no pasa nada y lo entendemos cuando ya es tarde.
Yo tuve que aprender a golpes de inventarme el aprender. No pude ir a escuela de pago y eso siendo pobre de verdad es una putada. He logrado en la vida ser bastante libre e incluso suficientemente feliz. Pero a costa de jugármela y de aprender mucho por mi cuenta. Eso en el siglo XXI ya no sirve igual. Pero la ventaja de ser joven es saber que siempre queda mucho tiempo para rectificar. Lo malo es que siempre hay otros jóvenes que te adelantan por los laterales a poco que te quedes quieto.