Debemos recordar ya de entrada, que los conflictos de Grupo o de Equipos, SIEMPRE, son conflictos entre personas, de muy determinadas personas perfectamente identificadas, como se identifican muy sencillamente los objetivos que pretender lograr con el conflicto.
Los problema nunca los dan las organizaciones sino las personas que están dentro de las organizaciones.
Normalmente soy de los tontos que recomiendan el diálogo. Tonto pues quien tiene experiencia sabe que es el camino más largo, más costoso, más lento y con menos resultados asegurados. Pero es el que de lograr la victoria con esta herramienta, suele dejar menos muertos, aunque es posible que los mismos heridos.
Para entablar el diálogo se necesitan mediadores que sean respetados por ambas partes. Cuando las partes son más de dos, o cuando cada parte se compone de muchas partes, encontrar mediadores es casi imposible pues todos los posibles candidatos saben que saldrán trasquilados.
Para ser Casco Azul con éxito solo se puede ser americano o ruso. Si quieres ser Casco Azul siendo de Zambia o de Holanda, lo normal es que salgas finalmente como el responsable de todas las desdichas. Pero admitirlo de entrada, antes de empezar es un buen principio, pues así nadie se llama a engaño. Todos los papeles ya están repartidos.
Es importante dejar hablar, intentar que todas las partes pongan sobre la mesa sus papeles, sus dudas, sus odios, sus sangres podridas. Se vacíen y se agoten. Es como una partida de ajedrez donde si todos los jugadores son buenos, hasta que no están todas las piezas sobre el tablero en posiciones de pelea, no se puede intentar una buena jugada que conduzca a las tablas, pues hay que sopesar muy bien las piezas de ambos combatientes.
En todo proceso de negociación ambas partes tienen que perder un trozo de su pastel, y todas las partes tienen que llevarse la sensación de que algo han logrado ganar. En una negociación ambas partes tienen que saber que el perder es la inevitable forma de ganar. Pero que nunca debe existir triunfo, sino soluciones.
El mediador sólo puede aspirar a unas tablas teóricas, aunque se intuya que de alguna manera uno de los combatientes es quien ha ganado. Pero no hay que decirlo pues lo importante es la paz final.
Normalmente soy de los tontos que recomiendan el diálogo. Tonto pues quien tiene experiencia sabe que es el camino más largo, más costoso, más lento y con menos resultados asegurados. Pero es el que de lograr la victoria con esta herramienta, suele dejar menos muertos, aunque es posible que los mismos heridos.
Para entablar el diálogo se necesitan mediadores que sean respetados por ambas partes. Cuando las partes son más de dos, o cuando cada parte se compone de muchas partes, encontrar mediadores es casi imposible pues todos los posibles candidatos saben que saldrán trasquilados.
Para ser Casco Azul con éxito solo se puede ser americano o ruso. Si quieres ser Casco Azul siendo de Zambia o de Holanda, lo normal es que salgas finalmente como el responsable de todas las desdichas. Pero admitirlo de entrada, antes de empezar es un buen principio, pues así nadie se llama a engaño. Todos los papeles ya están repartidos.
Es importante dejar hablar, intentar que todas las partes pongan sobre la mesa sus papeles, sus dudas, sus odios, sus sangres podridas. Se vacíen y se agoten. Es como una partida de ajedrez donde si todos los jugadores son buenos, hasta que no están todas las piezas sobre el tablero en posiciones de pelea, no se puede intentar una buena jugada que conduzca a las tablas, pues hay que sopesar muy bien las piezas de ambos combatientes.
En todo proceso de negociación ambas partes tienen que perder un trozo de su pastel, y todas las partes tienen que llevarse la sensación de que algo han logrado ganar. En una negociación ambas partes tienen que saber que el perder es la inevitable forma de ganar. Pero que nunca debe existir triunfo, sino soluciones.
El mediador sólo puede aspirar a unas tablas teóricas, aunque se intuya que de alguna manera uno de los combatientes es quien ha ganado. Pero no hay que decirlo pues lo importante es la paz final.
Si el mediador con diálogo busca que una de las partes gane a costa de la otra parte, lo mejor es que de entrada deje que se hagan heridas graves, y entonces la mediación es más sencilla, pues se trata de salvar la vida de uno de los dos grupos.
Pero ya en esas fases a mi no me gusta intervenir. Yo prefiero que nunca haya ese punto de vencedor y vencido en las negociaciones finales.