La justicia o la injusticia tiene sus aristas. Es curiosa. Pensaba ayer que si era el dueño de un supermercado y decidía poner el precio del pollo asado a 4,60 en vez de a 4,50, como vendo 50 pollos al día ganaría unos 5 euros más cada jornada. Y solo era una subida de 10 céntimos en pollo asado.
Por otro lado contemplaba que si una persona con graves problemas económicos y que no pudiera dar de comer a su familia me entrara a robar al supermercado un pollo asado, sería un ladrón que posiblemente tendría que ir a la cárcel por su fechoría.
Yo en un mes ganaría sisando a mis clientes el equivalente a unos 25 pollos asados. El hombre que pasa hambre con robar uno solo ya sería declarado ladrón. Por eso la justicia y la injusticia tiene sus aristas.
Esta persona si se la condena a entrar en la cárcel gozaría de poder comer pollo asado gratis todos los días. Pero su familia seguiría pasando hambre. Incluso más hambre que antes de que robase el pollo asado. El supermercado ficticia y durante el mes del robo solo ganaría sisando a sus clientes el equivalente a 24 pollos asados. Uno menos. Los graves perjudicados serían los hijos de la persona que roba por hambre.
La justicia o la injusticia tiene sus aristas. Es curiosa. Si esta persona solo roba una vez no iría a la cárcel. La sociedad no es tonta y no va a mantener a pollo asado a una persona por que sí. Pero si roba dos o tres veces entonces ya empieza a compensar meterlo a la cárcel. El dueño del supermercado… bueno… es el dueño.