No sabría decir dónde finaliza el juego y dónde la tristeza real de la vida sin ánimo, sin estímulo, sin pasión. Jugar además de ser positivo es una hermosa manera de lograr excelentes objetivos. Picasso o Miró nunca dejaron de jugar muy en serio, y como ellos miles de artistas, empresarios con sus riesgos, innovadores con sus osadías, relaciones públicas con sus experimentos para lograr objetivos positivos, entrenadores para obtener triunfos que levantaran la moral.
Jugar es una de las actividades humanas más válidas. Los animales juegan toda la vida, los humanos como animales que somos también, aunque deseemos disimularlo. No es fácil unir el jugar con la violencia. Cuando te conviertes en violento ya no estás jugando, te estás amargando. Son incompatibles jugar y ser violento, pues el jugar supone delicadeza, disfrute, alegría, pasión, vida compartiendo gozo.
Recuerda que la vida te devuelve lo que tú le has dado. Si eres de los que repartes, recibirás el gozo de la felicidad. Aunque solo sea por saber tú mismo que eres válido repartiendo.