Lo curioso es que el precio tan bajo lo soportan los trabajadores de la franquicia y eso no lo pensamos, o si lo pensamos nos lo callamos. Este servicio, autoservicio, solo es posible si casi no hay mano de obra entre el cliente y el vendedor. Y si el que hay… cobra a pesetica el cacho. Así que los culpables de que los sueldos sean indignos es de nosotros, los que consumimos. Yo el primero.
Había tres personas atendiendo, ninguna era nacida (previsiblemente) en España. En la cocina otra persona más en las mismas circunstancias en apariencia. Es decir, comemos barato y bueno porque hay personas trabajando con sueldos indignos, que además han venido de lejos a trabajar a España por sueldos de mierda. Y encima no los queremos dejar entrar y tienen que penetrar entre nosotros a escondidas. ¿Estamos tontos?
Nos beneficiamos de su explotación laboral, pero además somos tan cínicos como para decir que nos vienen a quitar el trabajo. pero… ¿sabemos lo que decimos?
Yo os propongo un ejercicio. Vamos a ponernos a las 9 de la mañana para no madrugar (nosotros) en cualquier calle o plaza donde permita la carga y descarga. Y vamos a ponernos a contar. Es muy sencillo. Ya sabéis qué hay que contar. Los que cargan y descargan esos camiones o furgonetas y previsiblemente han nacido en España y los que no.
Ahora no les dejamos entrar por mar, los dejamos que naufraguen o que se hundan o se ahoguen. Miramos hacia otro lado, aunque nos creamos socialistas.
Ahora no les dejamos entrar por mar, los dejamos que naufraguen o que se hundan o se ahoguen. Miramos hacia otro lado, aunque nos creamos socialistas.
Pero luego los contratamos en negro para limpiar el culo de la abuela, o para que nos sirvan la cerveza bien fría. Para que nos arreglen el grifo en B o para que repartan las botellas de agua embotellada por las casas. ¿Y cómo se puede ser cristiano comportándonos así?