Me tomo un café en el centro. Espero una llamada que no llega y en silencio me dedico a pensar.
Que este trasto cada vez suena menos. Y a fin de cuentas nada ha cambiado. Sigo siendo la misma de hace años. Quizás sea ese el problema…, que todo sigue igual. Que incluso yo sigo igual.
Que mi cuerpo esta aquí y mi cabeza está donde le apetece, pero aquí no. ¿Y en dónde se mete?
Bajaba a hacer unas compras, pero quizás esa camiseta que me gusta puede esperar porque tengo varias en casa. En que acabe mi latte mattiato recargaré el bono del bus y volveré a casa. No hay mejor plan para este jueves gris.