Pero todo tiene que ver con el miedo, con el temor a morir cuando en realidad ya sabemos desde hace mucho que nos vamos a morir, que la muerte es mucho más contagiosa que el coronavirus pues es infalible.
Tranquilos, si no nos morimos del coronavirus nos moriremos de otra cosa. No existen nubes de algodón donde refugiarnos ni vacunas mágicas para salvarnos de lo que tenemos fijado desde nada más nacer.
Así que mientras tanto dejemos los miedos en el cajón del trastero y salgamos a respirar y a tomarnos un vino con los amigos. No nos pongamos tristes. Y no miréis al techo de la vida, que siempre hay sombras que contienen fantasmas.