En estos días de dolor y miedo, de Coronavirus desmadrado, nunca sé si debo ser crítico si así lo siento, o simplemente suave y silencioso. Es verdad que ahora “no toca” hablar de algunos temas, o al menos de profundizar sobre ellos, pero lo de la Monarquía con sus 100 millones en cuentas “raras” mientras en España no tenemos ni mascarillas ni trajes o gafas de protección para los hospitales es de hacérselo mirar.
Ayer el Rey Felipe habló un poquito para todos los españoles. Para alentar para animar, para agradecer. Insuficiente. Sin duda el silencio es también hablar. Él sabe que está en un momento muy complejo, tiene a su alrededor a muy buenos asesores muy plurales y se lo habrán dicho. Y sin duda es verdad, los errores de su padre son enormes y se van sumando a Corinnas, elefantes, amigos raricos y dineros curioso.
Toca luchar contra la guerra del virus, y luego ya vendrán otros tiempos. La historia se escribe de errores, de batallas perdidas y ganadas, de situaciones como esta. Y la historia siempre se escribe, incluso con silencios.