El único color potente, el rojo de los semáforos, nos indica la clara prohibición de pasar, de saltarnos las normas, mientras las personas mayores, solitas, van caminando por la vida buscando el apoyo de las tablas, de las aceras seguras, mientras miran al suelo con la boca tapada.
Todo se solucionará, todo se vencerá y quedará como un recuerdo. E incluso es posible que aprendamos a que esto es un gran aviso, y que puede que ya no queden muchos más. Depende de todxs nosotrxs.