Ayer un corzo corría por la Avenida Cataluña de Zaragoza vacía de personas y coches. Para el animal todo era paisaje, natural espacio libre. Desde hace unos días las palomas han invadido mi terraza como nunca, ya no las antenas de televisión, sino bajan al suelo y allí dejan sus rastros cochinos. Ahora mismo acabo de ver pasar a una hermosa y enorme cigüeña por mi ventana de un séptimo urbano, volando a muy baja altura y desplegando toda su envergadura como la dueña de todos los espacios. La naturaleza animal se está queriendo apoderar de la calle. Es lógico.
La debilidad del ser humano es la misma que la de toda la especia animal o vegetal, dependemos de muy pocas cosas para ser considerados los reyes del Planeta. Un simple virus nos está doblegando. La sostenibilidad ya no es solo salvar a los linces o a los lobos, podría un fallo actual o futuro, convertir a los humanos en seres débiles incluso para seguir "estando" como especie animal. Y tampoco en esto, nuestra prepotencia nos deja entender que podría ser cierto.