Pero la pregunta es otra: ¿están gestionando los mejores políticos y profesionales estos momentos de crisis?
Pero no porque sean de un partido o de otro, de una ideología o de otra, sino porque en las dos últimas décadas son el desenfreno en la crítica a todos los políticos, en España muchas personas de gran calidad para la gestión pública se han ido a su casa hacia otros menesteres.
En mi propia organización política los mejores de hace dos décadas ya no están en primera línea. Y los de hace una década tampoco. Incluso los que llegan a tener responsabilidades altas, en cuanto pueden se escapan por agotamiento ante las críticas.
No entra nadie en política siendo de lo mejores, pero en cuanto cogen experiencia pública —un "ente" terrible y complejo como pocos— y parece que aprenden… se agotan de soportar las críticas desmedidas y huyen de trabajar para la sociedad.
La culpa no es de ellos, la culpa es de nosotros que los quemamos sin valorar nunca su trabajo llamándolos ladrones como poco, en cuanto no nos caen bien sus siglas o colores.
Como normalmente son profesionales que ya vienen de la vida laboral de un cierto alto nivel, simplemente vuelvan a lo anterior y se relajan. Y nosotros salimos perdiendo pues hemos visto desaparecer en el camino su experiencia en la gestión.
Hay muchos oficios que se necesitan prácticas de campo o de taller para ser aprendidos. Y si cuando ya se sabe en qué cajón se esconden las cucarachas se van, las que salen ganado son las cucarachas.
Los que hay no lo hacen mal porque quieran hacerlo mal, sino porque no tienen experiencia para hacerlo mejor. Incluso a veces ni para hacerlo bien.
Y cuando salgan de esta, aprendidos pero quemados, simplemente los criticaremos ferozmente y se volverán a sus casas con sus conocimientos. ¿O aprenderemos a valorar lo público desde otra óptica, desde un posicionamiento más inteligente?