Hoy podría ser un día primaveral de paseo por los parques de nuestras ciudades, pero sigue siendo un día de confinamiento, de dolor por los fallecidos. ¿Hemos sabido diseñar las ciudades para evitar estos dramas? Pues a toro pasado sabemos que no, pero sobre todo lo que no hemos sabido es diseñar comportamientos humanos que pudieran evitar en lo posible contagios masivos.
La distancia entre personas es dinero, y para rentabilizar muchos negocios hemos diseñado durante siglos el meter cuanta más gente en menos espacio mejor, para rentabilizar todo.
Ya los romanos metían a 30.000 personas en un anfiteatro para crean ambiente y optimizar recursos, pero eso podía suponer otros peligros. ¿Qué hacemos ahora? Es curioso que tengamos que elegir entre seguridad y economía, y que parezca entre la mayoría que la elección sencilla y lógica sea la salud. ¿De verdad?
Vamos a ir un poco más lejos en esas decisiones. Si en el Teatro Principal de Zaragoza cabían antes de la crisis 1.100 personas, con la decisión parece que inevitable de poner espectadores una fila si y otro no, y con una butaca al menos vacía entre espectadores, supone que su capacidad sería de unos 265 personas. O ponemos las entradas a cuatro veces su precio anterior o no será rentable hacer espectáculos o logramos que todo el mundo del teatro cobre una cuarta parte de su sueldo, incluidos los acomodadores.
Esto mismos sucederá en los autobuses de línea, en los trenes, aviones, museos, cines, fútbol, restaurantes o bares de tapas, por poner algunos ejemplos. Algo imposible o en caso de tener que subir los precios cuatro veces para lograr su rentabilidad, solo al alcance de muy pocas personas.
¿Salud o Economía? Pues igual hay que analizar todo un poco más y analizar qué estamos dispuestos a perder, a costa de tener más seguridad.
Ya no podremos acudir a la consulta del médico esperando a que nos atienda, eso es ilógico. ¿Esperar media hora entre otros enfermos sin saber qué problema de salud tienen?
Ya no veremos igual que nos sirvan una cerveza de caña en el vaso que otros clientes han utilizado para beber. ¿Tenía razón MacDonald cuando daba vasos de cartón de un solo uso? ¿Y en un restaurante nos tendremos que llevar nosotros la copa si queremos gastarnos 15 euros en una botella de vino para evitar que nos la sirvan en vasos de cartón?
Pero vamos un poco más lejos. ¿Se aprobarán manifestaciones o se utilizará la excusa perfecta de que juntar a más de cinco personas es muy peligroso?
Ir a misa si, pues normalmente hay espacio vacío, pero quedarán suprimidas las conferencias, las presentaciones, las Ferias, las Fiestas Locales, las discotecas, los Parques Temáticos. ¿Qué grado de seguridad queremos tener a costa de perder libertad?