No hay nadie, el confinamiento está tan presente que aunque es hora para andar los adultos, nadie está en la calle.
Huele como nunca a verde, incluso a lilas. Hemos logrado que las ciudades huelan de otra forma lo cual siendo un precio caro que pagamos con libertad es muestra de que la naturaleza podría apoderarse de todo si la dejáramos.
Paseábamos el otro día por algunos jardines y en poco más de un mes algunos nuevos arbustos han levantado más de un metro. No es abandono urbano, es cambio de dueños.
Los humanos ya no mandamos tanto como creíamos.