¿Qué no pagaríamos por poder cenar o tomar un café y pastas con cualquier personaje al que admiramos?
Hablar con amigos perdidos, escuchar a los enemigos, aprender a leer entre líneas, dejar que se expresen los contrarios sin cortar conversaciones, ver imágenes de aptitudes diversas de forma omnipresente, saludar y sonreír a los que no conoces de nada, escribir a los lejanos, comunicarte con los desconocidos.
Son pequeños trucos que servirían para aprender a vivir.