Hoy he vivido con un simple cartel una situación absurda. Un grupo de personas se han enzarzado a discutir contenidos, formas, llegando al grito e incluso al abandono de alguno de sus integrantes del lugar. Era mínimo el asunto. Pero estamos a flor de piel y nos vamos. Rompemos.
Esa falta de tranquilidad, de silencios incluso, de calma lógica… nos está bloqueando las soluciones. Me han intentado explicar una pelea entre un respetable periodista con muchos años de oficio y un político tramposo y no he querido caer en la trampa de escucharlos. Yo sin escuchar sus diferencias ya sé quien quiero que tenga razón.
No es tiempo de callarse, pero posiblemente menos todavía de salirnos del tarro de la calma a las primeras de cambio. Sé, sabemos que en cuanto esto amaine todo va a cambiar profundamente. Hay que prepararse para ello.