En la calle Prudencio de Zaragoza, cerca del Pilar, esta Casa de Viajeros ofrecía habitaciones y mesa de comedor, a modo de Fonda, para "personas de orden por la costumbres ordenadas de la propia Fonda" como parece lógico.
No tanto que advirtiera que era una casa propia para sacerdotes, que representaban claramente ese orden en las costumbres. ¡¡Uff!!