Pudimos pensar y lanzar la responsabilidad de este rebrote del verano sobre los temporeros, luego sobre el ocio nocturno, he asistido a unos crecimientos absurdos en pueblos de 6 vecinos que en verano con 30 habitantes ha visto crecer hasta ocho contagiados por no tener control básico.
Hoy mismo he visto a la policía municipal parar a una persona en moto que iba con la mascarilla debajo de la boca. Pero en los bares sigo viendo a personas fumar o sin mascarilla pues tal vez el exceso de normas hace que se incumplan.
Junto a mi casa está el edificio donde hacen los test PCR en mi Zona de Salud. No quiero contar de qué forma observo a algunos de los que salen de las instalaciones sanitarias ávidos en fumar y olvidados de que si han entrado allí, será por algo.
Primero los jóvenes no quisieron hacer caso pues el COVID no iba con ellos. Ahora resulta que son los numerosos asintomáticos la excusa para no hacer caso. Simplemente es que no tenemos admitido que una sociedad funciona bien o mal no por sus gobiernos sino por sus gobernados.
Tratar como a niños a la sociedad trae consigo que pierdan su responsabilidad individual.
No hemos visto todavía a un muerto de los 40.000, ni hemos visto entierros, ni hemos observado llorar a las familias en los telediarios. Tampoco hemos visto los tanatorios, ni las entubaciones en directo. Vemos eso sí los aplausos como se sale de la UCI, o vemos los números en global.
No hemos visto todavía a un muerto de los 40.000, ni hemos visto entierros, ni hemos observado llorar a las familias en los telediarios. Tampoco hemos visto los tanatorios, ni las entubaciones en directo. Vemos eso sí los aplausos como se sale de la UCI, o vemos los números en global.
Entendemos que 40.000 fallecidos no son 40.000 veces uno; sino simplemente un montón muy grande.
En un atentado terrorista veíamos la sangre, llorar, el destrozo de la zona, los gritos, las notas en los medios de comunicación gritando barbaridades. Ahora vemos médicos con bata y zonas de ocio llenas de personas divirtiéndose que deben ser para producir envidia.
En un atentado terrorista veíamos la sangre, llorar, el destrozo de la zona, los gritos, las notas en los medios de comunicación gritando barbaridades. Ahora vemos médicos con bata y zonas de ocio llenas de personas divirtiéndose que deben ser para producir envidia.
Vemos playas con anchura y algunos deben pensar que es hasta bueno que se esté así. La comunicación es un oficio complejo.