Es casi imposible legislar contra la pornografía, sin tener que prohibir totalmente su distribución y aun así es posible que siga existiendo la pornografía llegada desde otros países. En plena dictadura de Franco la pornografía se veía a escondidas, es cierto que sin el acceso tan sencillo de estos tiempos. Hoy para evitarla habría que prohibirla en todo el mundo.Pero la pornografía se ha convertido en un espacio aberrante, tortuoso con las mujeres, mucho más que antes y mucho más de lo permitido por el sentido común. No es un espacio erótico ni tan siquiera pornográfico al uso donde se pueda contemplar para excitarse quien así lo quiera o lo necesita, contemplando órganos sexuales, actos sexuales diversos y con más o menos intento de tener buen gusto fotográfico.
En estos tiempos las aberraciones son lo habitual, la mujer siempre es la esclava de las escenas, y además es torturada en búsqueda de "y ahora más". Es penetrada por todos los lugares posibles y por varios hombres a la vez. Es obligada a poner cara de placer cuando es imposible que lo sienta sino al contrario, tiene por lógica que sentir dolor.
Es rociada de diversos líquidos humanos (como poco) en unos ejercicios de sadismo animal que no es posible explicar. O es atada, amordazada, castigada y pegada, en unos tiempos en los que eso se intenta prohibir. ¿No somos capaces de entender que gran parte de todos estos ejercicios son delito?
La pornografía puede ser un ejercicio de libertad en el consumo y un espacio cinematográfico que sirve para la excitación del espectador. Pero nunca debería convertirse en un delito o en un esclavismo, o en claras vejaciones a personas que simulan placer cuando se les ve claramente que sientes asco.
Si a todo esto sumamos que la pornografía hoy está al alcance de cualquier joven o incluso niño, podemos entender que las barbaridades se convierten en ejemplos, que luego producen monstruos en algunos casos y prácticas que atentan contra la dignidad de las mujeres. O de los hombres.
Posiciones imposibles, penes enormes que se introducen en lugares donde no caben pues el cuerpo humano es humano. Cosificación de la mujer como objeto con un estereotipo fijo y diseñado no se sabe bien con qué criterios. Equivocación contundente de lo que es placer con lo que es simplemente bestialismo.
Y no me preocupa para nada la libertad, a veces he visto pornografía, la primera vez con 15 años en películas de super 8 a las 6 de la mañana en el taller donde estaba de aprendiz hace 49 años. Lo que me preocupa es el bestialismo de un producto que destroza a la mujer y que no ha sabido encontrar su punto justo de libertad de expresión.