Subimos (creemos subir) para nada, pensamos que estamos ascendiendo pues vemos todo desde arriba, pero en realidad nos dirigimos al mismo lugar de donde venimos aunque nos parezca mucho más elevado.
En cuanto entramos por la puerta, volvemos a bajar de forma rápida para empezar a recoger los mismos vestidos con los que creíamos que nos estábamos desprendiendo mientras ascendíamos.
Es Ley de Vida, aunque no la admitamos.