Escribir es un vicio. Otros fuman. E incluso me han dicho que hay algunos que leen


Leo a Juan José Millás y llego a la conclusión que me gustaría escribir como él. Pero no puedo pues ya todo lo ha escrito Millás y no se trata de hablar de lo mismo. Podría copiarle descaradamente, plagiar sus tonos y sus giros, pero eso si no se tienen historias con sustancia no sirve. Me pasaba antaño con Paco Umbral, y aunque aquel me lo ponía más fácil, tampoco es eso ¿no?.

Y es que vosotros, los lectores, parece que os gusta que os escribamos en primera persona, de forma directa, como si os habláramos. O como si contáramos nuestras penas al aire pero bien envueltas. Son tiempos de alcahuetear a todo el mundo, de olisquear la sangre ajena para quedarnos contentos con nuestras heridas, que siempre parecen menores. 

Yo no voy al psicoanalista ni tengo viudas de cafetería como el Café Gijón con las que llevarme a la boca sus historias. Me tendría que inventar algunas mierdas nuevas. Hablar de mi perro o de mi barrio, de mi amigo facha o del otro que es anarquista. No, no se conocen. Incluso es posible que se llevaran bien pues a los dos les gusta el buen vino español de marca. 

Tengo personajes de sobra, pero me da reparo meterlos en estas historias pues están vivos todavía. Claro que sin personajes no hay escritor que valga. Todo buen libro requiere una excelente historia, un buen narrador y unos maravillosos personajes. Con eso… con eso ya tienen el tiempo echado, ya te puedes dedicar a disfrutar escribiendo. Escribir es un vicio. Otros fuman.