La enfermedad es un estado líquido en el que todos necesitamos a médicos para que nos digan que no tenemos nada. Si nos tienen que decir que estamos jodidos… eso ya no sé… dudamos del papel de los médicos. Los médicos están para curar, no para hacer de carteros.
Durante décadas hemos oído, hemos dicho, yo he asistido a decenas de reuniones, donde nos repetíamos como mantras que nuestra sanidad era la mejor del mundo mundial. Cuando la propia sociedad es la que se ha enfermado, primero desde 2008 por una gripe jodida en nuestras economías, y doce años después por un bicho chino que vete a saber de dónde ha salido, nos hemos dado cuenta que todo esto es una mierda.
Empezamos marzo haciendo mascarillas en el barrio de sábanas viejas o de retales de saldo. El caso era defenderse no sabíamos de qué. Ahora que seguimos sin saber de qué, se nos va diciendo poco a poco que estas mascarillas no sirven, que tenemos que estar en casa sin salir, que hay que respirar entre familiares y que los amigos ya no valen y a veces matan, y que hay que joderse.
Ya no nos queda ni París y en media España ya no nos queda ni salir al pueblo de al lado. Y luego nos enseñan en la televisión a desobedientes, cuando lo normal es estar cabreados y con mala hostia. ¿Quién nos iba a decir que con la democracia nos meterían en un confinamiento perimetral durante seis meses y sin dar explicaciones en ese tiempo?
Por cierto… ¿un confinamiento perimetral es que solo puede observar de cerca el perímetro de tu cintura? ¿Ya no puedo abrazar a nadie más que a mi… a mi mismo?