Vuelvo al té de media tarde, a la música clásica, a leer muy poco a poco en papel que lo tenía olvidado pues en los últimos tiempos casi todo es en pantallas, y a dejar un poco de lado mi vena artística. No sé los motivos, ni yo mismo me lo quiero preguntar. Son cambios. Son manías.
Hoy he tenido el día muy movido, los nuevos confinamientos me obligan a realizar varios permisos para trabajos de la Asociación, son minúsculos movimientos de muchas personas que deben adaptarse a cada circunstancia. Es la vida que sigue viva.
Cada día tengo más claro que Teruel ha venido a mi vida para quedarse. Es curioso pues siempre me había parecido un espacio algo lejano, incluso sin mucha salsa excepto por los Amantes o el mudéjar, pero ahora ya le encuentro gracia al pasear por sus calles y barrios, aunque sean pequeños, al sentarme en un banco o comprar buenos panes o embutidos.
Incluso tengo mono por tener prohibido ir hasta Teruel a ver su nieve que todavía está amontonada como en Madrid. Nunca podremos ser Suecia, nos faltan varios cursillos.