Son tiempos en los que todos nos hemos ido acostumbrando a soportar lo que nos venga encima, sabemos defendernos de quien nos critica, sabemos admitir lo que se nos diga sin perturbarnos, hacemos lo que nos viene en gana sin importarnos mucho ni el qué dirán ni lo que provocará en los demás lo que hacemos. Y además todo esto, revuelto pero siempre en calma y no agitado, lo sabemos y nos lo callamos. Lo empleamos para nuestro beneficio. Lo saben sobre todo los que mandan y gobiernan nuestras vidas.
Así que si crees que algo no te gusta, ya no sirve solo con PENSAR que no te gusta, ni tampoco con decir en algunos sitios muy cerrados que no te gusta.
Nos hacen pensar que nuestras quejas importan, las escuchan, pero nos lo hacen creer para que así nos sintamos desahogados. Es un buen truco.
No sirve con simplemente creer que estás trabajando por "hacer cosas" sino que hay que provocarlas, hay que palparlas, se tienen que ver, escuchar, deben servir para estimular a otras personas, para incluso liderar impulsos, instigar cambios, provocar esos cambios.