Hace ya casi un año que tuve que desplazarme hasta Martorell para asistir al entierro de Justa, una amiga de la familia, muy mayor, que falleció en una Residencia de Personas Mayores en completa soledad, sin que nadie pudiera acudir a verla en las últimas semanas, ni familiares ni amistades, pues el COVID estaba atacando con toda la fuerza del desconocimiento.
Al entierro fuimos tres personas en representación de la familia compuesta por personas mayores y que delegaron en nosotros. Y tres enterradores en todo el gran cementerio que no paraba de trabajar. Completa soledad, tristeza, miedo, sensación de que nadie de los allí presentes sabíamos cómo evolucionaría todo aquello. Las personas se morían, de momento casi todas de edad avanzada, pero en unas condiciones de soledad muy duras. Era una Guerra enferma con enemigos diminutos.
Recuerdo aquella mañana de sol como si realmente no estuviera sucediendo nada extraordinario, pues todos queríamos quitar dolor y sobre todo miedo a los momentos de confinamiento más duro. Supimos enseguida que aquello mataba pero queríamos disimular. Hice unas fotografías del momento del entierro y se las pasé a las Redes Sociales de la familia para que vieran lo que allí estaba sucediendo aunque no pudieran estar presentes.
Algo sí teníamos muy claro. Todo había cambiado tremendamente. No pudimos ir a comer a ningún restaurante, tuvimos que ir llenos de permisos de variado tipo pues nadie sabía qué se nos podía solicitar al ir desde Zaragoza a Barcelona. Los bares estaba cerrados, en las calles no había casi nadie. Era una ciudad vacía como ya entendíamos, pero acostumbrados a pasear por sus calles en otros ambientes nos impresionó más que ver nuestra propia ciudad vacía.
El silencio imperaba entre todo el ambiente. No había nadie y no había actividad. Salimos de vuelta enseguida y tuvimos que parar en un espacio verde de la carretera para mear pues ni bares habíamos encontrado. ¿Era distópico, era el inicio de un mundo nuevo?
Hoy, un año después seguimos en situación parecida pero ya hemos interiorizado todo esto. Sabemos que es posible que en meses podemos salir algo más alegres. Hemos tenido en este año algunas semanas de descanso, de libertad, de esperanza. Hemos tenido entre los amigos y familiares algunos casos de COVID pero todos han sido vencidos bien. Hay menos miedo. Es posible que haya menos muerte. Dicen que hay vacunas. Hay esperanza.