Malos tiempos para la Monarquía viejuna, malos tiempos incluso históricos y que son movidos por los simpatizantes a la propia Monarquía o en gran medida por los que viven de ella, para destruirla y dejarla en los huesos. La Monarquía no es ni buena ni mala por sí misma, aunque tenga sus grandes defectos históricos, cada vez más controlados. Que el puesto del Jefe de Estado pase de padres a hijos es un riesgo por varios motivos lógicos. Pero las Monarquías que simplemente son representativas tienen un punto de utilidad que no siempre se utiliza ni se conoce. No voy a defenderlo aquí, me resultaría muy complicado aunque lo deseara realizar.
Así que nunca como ahora en los últimos 50 años hemos estado más cerca de entender que la Monarquía tiene en su fondo unos errores brutales, alimentados por ellos mismos. La Monarquía debe admitir que ya estamos en el Siglo XXI y ni en el XVIII, y comportarse con arreglo a sus tiempos. Y lo curioso es que se puede hacer, aunque no quieran.
De entrada os dejo un icono de la República, para que entendamos que los cambios son posibles, de forma pacífica, y de manera lógica, a poco que se comporten como tontos los que viven de la Monarquía.