Ayer vi el documental de Movistar "Álbum de posguerra" del periodista fotógrafo Gervasio Sánchez volviendo a Sarajevo para hablar con los niños que fotografió en la Guerra de los Balcanes hace 25 años. Un programa duro, lógico, muy bien realizado, que nos muestra la crudeza de las posguerras y la inutilidad social de cualquier clase de violencia máxima entre naciones o entre hermanos de país.
La religión mata, pero también la mala política y los militares poco obedientes o mal dirigidos. Todo depende de la calidad humana de los animales irracionales.
Pero me gustaría mover el documental hacia el presente en España. Allí por ancestrales problemas de convivencia se empezó a matar y se sigue matando. No es capaz de sociedad de entenderse, de entender que nunca gana nadie en las violencias, que todos son perdedores… EXCEPTO los que saben ganar con las guerras y que las convierten en un gran negocio.
Debajo de las religiones no bien respetadas, de las diferencias sociales entre vecinos, SIEMPRE hay guerras económicas que buscan medrar, tener más poder, ocupar más espacios, obtener más beneficio de las situaciones violentas y las muertes de sus compatriotas.
Yo estuve hace dos años en Croacia, Bosnia y Eslovenia y pudo constatar que los odios siguen anclados, que no se respetan entre vecinos, que el reparto geográfico de toda esa zona creó un puzzle que nos llevará a posteriores violencia indeterminadas en el tiempo.
La violencia política no se detecta en su gravedad cuando nace pues siempre va aumentando poco a poco, levemente para no romper la capacidad de admisión de las personas. Hasta que ya es imposible pararla. Salir de una espiral de violencia es mucho más complicado que crearla y alimentarla. Y normalmente se odia más al vecino que al que no conoces por la distancia, más a quien está cerca pues lo sientes enemigo que a quien se mueve en espacios alejados aunque sea mucho peor.