Podríamos comprar por internet, bebernos las mejores cervezas belgas por menos de la mitad de lo que nos costaba en el bar de abajo, ver películas en casa y podernos levantar a mear parando la imagen, o leer con calma libros de calma.
Todo es cuestión de esa decisión que tomaremos no se sabe cuando pero cuando hayamos salido de la pandemia, y que nos llevará desde el miedo de la enfermedad posible a replantearnos que para la próxima vez nos tiene que pillar con mejores defensas.
Por ejemplo la Segunda vivienda en la playa ya no tiene el mismo sentido y es mejor cambiarla por un ático en tu ciudad, pues te pueden prohibir durante un año el ir a ver si tienes goteras en tu segunda vivienda, pero siempre te quedará el cielo del ático.
Has aprendido a beber cerveza rara y que no conocías a base de recorrer decenas de supermercados cuando era lo único que te dejaban para viajar fuera de casa, pues te había prohibido irte al pueblo.
Sabes ahora que el silencio o la música es un ejercicio maravilloso y que el cine desde el sofá nuevo es perfecto para soñar si tener que aguantar las palomitas del de al lado. Cuidado con los cambios, que todavía no han llegado todos.