¿En qué han quedado los Yuppie de los años 80 y 90?


Hay una tendencia que a veces incluso suena creciente, de aprovechar los tiempos para NO HACER NADA, para simplemente contemplar y reflexionar, para relajarse y meditar. Sería la postura contraria a los antiguos yuppie «Joven Profesional Urbano» que utilizaban todas las horas del día en trabajar, prepararse, ejercer su profesión a una velocidad de vértigo y sin pararse a mirar a sus lados. La escasez de tiempo libre en su vida tan activa y el estrés con el que vivían afectaban a sus relaciones familiares. No sabemos si aquello se acabó, se transformo, o si realmente ha sido cambiado por todo lo contrario.

Lo cierto es que hoy se empieza a valorar mucho más la convivencia, la suavidad, el empoderamiento de nuestra propia vida, el compartir tareas, el comunicarnos y pasar tiempo de familia y tiempo de ocio para nosotros mismos.

¿Es un cambio, una nueva forma de comportamiento social? ¿Es producto de la pandemia, o venía de antes por los cambios en la relación trabajo y seguridad laboral?

Ya hemos aceptado que el estrés no controlado, no dominado es muy malo para la salud en todos sus aspectos. Mentales y físicos. Y que la mejor manera de poder controlar el estrés es controlando su potencia antes de que llegue, pues si ya lo estamos sufriendo es complicadísimo quitárselo de encima y resolver los problema que nos está causando. 

Hemos aceptado un cambio de valores, no en todas las personas sino poco a poco, que van por tener una calidad mayor en el trabajo a costa de aceptar que no es seguro. A cobrarnos por adelantado la indignidad del despido, disimulando con nuestra implicación a tope, e incluso revisando nuestras formas de vida urbanas y a veces absurdas, metidos en grandes ciudades y a distancias enormes de nuestros trabajos, con horarios muchas veces absurdos que no ayudan ni a la conciliación familiar ni a la productividad de la empresa. 

Tal vez dejar de valorar tanto lo material sea el primer paso, sobre todo para destruir esa tendencia de hace una décadas de querer conquistar el mundo que nos rodeaba a costa de entregar nuestro propio mundo a metas de la que nunca salíamos beneficiados nosotros.