Sabemos que hay que reinventar el turismo, por culpa de la pandemia, pero también por culpa de la obsolescencia que se venía venir y es insostenible y además para algunas ciudad es la marca de su muerte. El turismo sin controlar, sin dimensionarlo bien en cantidad y calidad, mata ciudades, las va convirtiendo poco a poco en esqueletos llenos de monumentos pero vacíos de vida.
Tenemos ejemplos en España y los casos de los cascos históricos de Madrid y Barcelona son los más fáciles de ver. Pero ya otras ciudades de España amenazan con lo mismo, sin contar con barrios enteros de zonas turísticas, que se han ido creando alrededor de un turismo pesetero y muy barato, lleno de alcohol y fiesta, y que son durante 8 meses al año esqueletos de cemento. A veces estos grandes barrios ocultan la verdadera ciudad muy conocida de nombre pero sin posibilidades de sobrevivir sin esa maquinaria del turismo que nadie controla bien.
No era lógico ni soportable que enormes (casi) ciudades repartidas por toda España, estuvieran cerradas 8 meses al año, sin ningún servicio privado, sin comercios ni establecimientos abiertos. Pero en cambio con servicios públicos soportados por todos que daban a medio gas asistencia a lo que se necesitara.
¿Habéis estado en Ibiza, Cambrils o Torremolinos en febrero, noviembre. abril u octubre?
Se requiere una reflexión muy seria sobre el tipo de turismo que no dependa de las decisiones de gobiernos exteriores. Un tipo de turismo bien repartido. Y además de un turismo que esté en manos económicas de España como una de las más importantes formas de tener ingresos por nuestra forma de ser país. ¿Quién marca los precios del turismo en muchos hoteles o empresas turísticas? ¿En manos de quién están estas empresas que van desde autobuses, compañías aéreas, hoteles, discotecas o chiringuitos?
España debe aprender a defender lo suyo, un servicio turístico de calidad y de precio, un turismo que por tamaño sepa respetar las grandes ciudades sin dejar de ser usadas con otros modos, y que se reparta durante más meses y por más zonas de la España interior. El Turismo puede y debe ser un gran vertebrador de territorios y no al contrario, el motor que empobrece unas zonas a costa de otras.
Y para ello hay que ofrecer un Turismo de sensaciones distintas, está bien y es imprescindible el paisaje, el urbanismo medieval o la calma. Pero todo eso debe ir acompañado de una gastronomías "diferente" y de una serie de atractivos que retengan un tiempo al visitante y de sensaciones que hagan interesante acudir a esos espacios. Hay que llenar de contenido y de contactos la España del paisaje y del urbanismo histórico.