Llevo un par de días cabreándome a velocidad absurda. Digo absurda porque no sirve de nada, sé que no sirve de nada, no porque no tenga motivos para convertirme en un ser de lo más común que vive en un permanente estado de cabreo mal gestionado.
Estamos en tiempos revueltos, vacíos y tontos, y simplemente está viniendo lo que yo ya predije (por escrito) que vendría tras la pandemia. Unos tiempos de crisis sociales, de pérdida de identidades grupales, de cambios falsos y negativos por dos años mal gestionados y que en realidad son mucho tiempo aunque dicho de golpe parezca un simple número corto.
Hemos perdido dos años, pero lo peor es que no hemos sabido gestionarlos pensando en el futuro, sino solo en ese presente duro que nos enfermaba sin poderlo controlar. Había que intentar controlar la pandemia, pero también había que hacerlo sabiendo que se saldría, por si acaso al menos.
Insisto en que no solo Sanidad tenía que haber gestionado estos tiempos, sino también sociología, economía social, psicología, política o incluso antropología.