¿A quién tendríamos que odiar si sirviera de algo?


Esta niña pregunta algo simple, sencillo, básico… y peligroso. ¿De qué manera nos comportamos con las personas que nos rodean? ¿Dónde ponemos el límite de odiar, de quejarnos, de admitir, de incluso querer entender que es algo que tenemos que soportar? 

Vemos en lo alto de la escalera tres ejemplos muy duros de comprender y comunes en la situación actual de incluso egoísmo social. Una persona mayor que necesita ayuda y no siempre es sencillo dársela. Un joven que hace de su libertad el campo de batalla sin preocuparse sobre los demás. Y un señor casado pero lleno de poder que mira con ansias a la "criada o esclava" a la que desearía hacerle un pecado. 

Las personas que suben las escaleras son otro ejemplo de las soluciones imposibles ante cualquiera de las tres situaciones. Hay problemas que no tienen solución a posteriori sino que deben formar parte de nuestra forma de comportamiento. ¿Es sencillo? ¡¡No!! pero la pregunta tiene una respuesta-

—¿¡¡¿¿A quién tenemos que odiar??!!