Cuando el consumo de horas televisivas era más alto que el actual, se estaba introduciendo el televisor a color en los hogares españoles. Unos aparatos caros, con colores raros excepto en los programas de estudio, y que no siempre cumplían las expectativas del consumidor. Pero era cierto que ya nos quejábamos de las horas que nos robaba ese nuevo invento, de una vida anterior con más contacto humano. Seguimos igual pero ahora ya, con unos colores casi cinematográficos.