La desigualdad social es el grave problema



De media y por efecto de las sucesivas crisis del sistema (2008 - 2023), las personas con menos recursos han perdido entre un 15% a un 30% de sus ingresos netos, de los que utilizan en muchos casos para sobrevivir, incluso teniendo trabajos. 

Las llamadas Clases Medias han perdido entre un 8% y un 10% de sus ingresos netos aplicando los IPC correspondientes. 

A su vez las Clases Altas han aumentado sus ingresos con una gran variedad de porcentaje, según los motivos económicos por los que son considerados Clases Altas. 

De estos números que se han movido en estas casi ya dos décadas últimas, salen las desigualdades que en aumento nos afectan a la sociedad española y occidental en su funcionamiento, y que debemos reconocer como primer síntoma a resolver.

La precariedad laboral, incluso el miedo a perder parte de los ingresos o de ver mermadas las pensiones futuras, o las enormes dudas sobre nuestras deudas mal calculadas, hacen que el miedo sean un componente más de la crisis económica que está siendo mal resuelta. 

Y que los propios ciudadanos no siempre asumimos y juzgamos esos errores en la gestión en su realidad, criticando a los políticos por lo que hacen, olvidándonos de censurarlos… sobre todo por lo que NO hacen. 

Tanto daño, igual o mas, está haciendo a la sociedad la corrupción que las equivocadas decisiones económicas. Y mucho menos la corrupción que ciertas reformas que nos restan derechos y posibilidades de futuro. 

La corrupción es la gran nube gris que está tapando las incapacidades o las manipulaciones en la gestión neoliberal de la crisis.

Crecer la desigualdad supone aumentar las diferencias sociales. 

Los hijos de una clase social reciben de herencia la misma clase social. No sólo en forma de activos económicos, sino en formación, en relaciones sociales, en cultura, en experiencia. 

Es muy difícil cambiar de escala social, y por eso las desigualdades de las crisis se asientan durante muchos más años que la propia duración de la crisis. 

Si malo es el crecimiento de la pobreza, peor es el crecimiento de la riqueza mal repartida. 

Y eso se ocupan muy bien de desmentirlo desde los poderes escondidos, con artes comunicativas de variado pelaje, pues intentan sobre todo mantener las distancias con este tema que les afectan en sus ingresos.

La gran operación social de futuro sería (debería ser) igualar las clases sociales, pero enseguida se nos dice que lo que pretendemos es que seamos todos pobres y para terminar de insultarnos, nos llaman comunistas. 

Se nos habla de comunismo, de bolivarianos, pero nunca de cristianismo aunque lo digan los que van a misa diaria.

Nunca dicen que la suma de la economía global es siempre igual en cantidad, incluso en cada uno de sus divisiones menores, sean países, sociedades o pueblos. 

No se nos menciona que a igual suma, de lo que se trata es de una mejor división y reparto entre todos los integrantes. 

Si unos tienen menos, otros tendrán más. Si unos en cambio se llevan más estarán dejando menos para el resto. El dinero no se multiplica. 

Si acaso se imprime, pero curiosamente se reparte al que ya tiene, para que lo ponga en circulación un tiempo hasta que el valor global del todo quede otra vez en la misma cantidad del principio, aunque es posible que con más ceros, eso si, en manos de los que reciben los impresos que llamamos billetes. Ahora ya ni eso. 

Pero los ceros añadidos a los billetes no tienen ningún valor. Preguntar a Argentina, Venezuela, etc.

Cuanto más dinero tienes, más poder tienes, y más nuevos billetes impresos recibirás, más podrás incidir en los mercados y en la sociedad hasta que los impresos nuevos ya unidos a los impresos viejos normalicen su valor. Un círculo perfecto. Para ellos.