Reflexiones sobre la Sanidad en Aragón y en España


Hay dos modelos de Sanidad Pública que son reconocidos como los mejores del mundo. El español y el de Reino Unido. Y curiosamente ambos están atravesando tiempos complicaos por diversos factores. ¿Es casualidad? ¿Es un proceso provocado por algo o alguien? ¿Tiene solución? ¿Antes del COVID todo era maravilloso?

Los problemas que atraviesa la Sanidad en España son claros, los conocemos y son similares entre España y Reino Unido. 

Conocemos los motivos de ese cambio de marco global que afecta a la calidad de sus servicios, y sabemos incluso las soluciones que se deberían tomar. Pero no siempre eso es suficiente para resolver los problemas, pues resolverlos es también no crear otros nuevos.

Hay una financiación pública insuficiente para la Sanidad, incluso en España sabemos que los presupuestos que llegan a Sanidad no están bien repartidos entre los diferentes sectores sanitarios de atención (AP, Especializada, Hospitalización, Salud Pública, Salud Comunitaria, etc). Para subir esa financiación hay dos caminos. O lo restamos de otros apartados públicos y los dejamos a ellos con menos presupuestos y recursos o se ingresa más economía desde lo público para poder repartir más. Y no, aquí no me sirve el mantra absurdo de que "hay que repartir mejor" porque nunca nadie se pone de acuerdo qué representa ese "mejor", sobre todo en Servicios Públicos.

Hay un mal reconocimiento de algunos espacios profesionales de la Sanidad. Eso hace que junto a una mala planificación del futuro sanitario por unas presiones inadmisibles de los submundos que se mueven dentro de la Sanidad, en este inicio de siglo haya menos profesionales de los que se necesitan, por aumento de la demanda y por jubilaciones prevista o aceleradas dentro y tras la pandemia. Los nuevos profesionales optan por otras especialidades que no sean Atención Primaria o Medicina Familiar, y en algunos casos optan por intentar irse a otros países. La formación la hemos pagado entre todos, pero las malas condiciones laborales (que no son solo el sueldo mensual) hace que las personas elijan su futuro y a veces no siempre es acertado para el Sistema de Salud Público de España. 

El modelo que se sigue en España para la Sanidad Pública es el llamado Beveridge que nace en los años 40 y tiene dos pilares básicos que son maravillosos pero que es posible que haya que actualizar de nuevo. Se basa en una financiación a través de impuestos diversos (empresas, trabajadores o transferencias del propio Estado) y en la universalidad de la asistencia sanitaria. El modelo empieza a flojear cuando en España el desempleo crece desmesuradamente, y cuando llegan a España millones de personas que sin haber cotizado antes necesitan servicios sanitarios gratuitos, como es lógico dado el sistema que nos hemos dotado. Y a su vez y por casi lo mismo, cuando la población española envejece y necesita más atenciones sanitarias. No cuadran los números como sucede en cualquier proceso en donde se ingresa menos de lo que se gasta. O se ingresa más, o se gasta menos. O se gasta más despacio.

La propia auto defensa que el interior del Sistema Sanitario ha empezado a realizar desde hace unos años es intentar diferenciarse entre Atención Primaria, Atención Hospitalaria y Atención Especializada, lo que complica las soluciones globales y sobre todo la relaciones entre diferentes apartados de la Sanidad en España. No hay una sola gestión sanitaria, están transferidas las competencias de Sanidad a las Comunidades pero además tampoco desde el Ministerio de Sanidad se ha sabido construir y exigir un Cuaderno Mínimo de calidad y resultados en la gestión, dando muchas veces la impresión de que el propio Ministerio se desatiende de los problemas máximos. Hay que añadir que la financiación para Sanidad que desde el Gobierno Estatal se entrega a los diferentes Gobiernos Autonómicos no es finalista, y estos pueden organizarla en sus propios gobierno como ellos crean necesitar. Y claro, las diferencias de necesidad son tremendas, por la despoblación y por el espacio geográfico que hay que atender. No cuesta lo mismo atender de media a un ciudadano de Madrid que tiene hospitales, médicos y pacientes a escasa distancia los unos de los otros, que en Aragón, Extremadura o Castilla, en donde incluso los desiertos demográficos convierten en tremendamente costoso dar la misma atención sanitaria que deben tener todos los ciudadanos del mismo país.

 A su vez hemos ido convirtiendo la Salud en algo incontrolable, desde los propios ciudadanos que no atienden con la misma energía los problemas futuros de su "propia salud" que los de otras partes de sus utilidades personales; o desde el propio Sistema de Salud que ha ido primando más la cantidad que la calidad del trabajo que realiza. La Salud debería ser algo que se aprende, se enseña, se cuida, y si falta tenemos que entender que hay una Sanidad para resolverla… si puede. La Sanidad no puede hacer milagros, desgraciadamente. Pero a su vez se nos educa en una falta de responsabilidad individual, posiblemente por criterios sociales, y eso a la Salud y a la Sanidad le va fatal y resulta muy caro continuar con esa irresponsabilidad de todos con todos. 

 Pero también lo que rodea a la Sanidad no siempre juega a cuidar efectivamente la Salud. Los tremendos costes en aumento constante de la Farmacia supone que ante la saturación, lo sencillo sea recetar química, incluso admitiendo todas las partes que a veces se juega con los números de los análisis clínicos para subir o bajar los resultados económicos de grandes empresas farmacéuticas. 

 No es posible entender que un médico de Atención Primaria sea un simple profesional detrás de una mesa y una pantalla de ordenador, que rellena papeles con pastillas apuntadas. Un profesional de AP debe ser mucho más que eso, y así está diseñado el Sistema, aunque no seamos capaces de cumplirlo. Pero nadie quiere decirnos cuanto más debe salir el profesional de su mesa, qué funciones de Salud Pública y de Salud Comunitaria deben ejercer los médicos de AP y el personal de Enfermería o los Trabajadores Sociales. Todos estos entramados juegan para mejorar la SALUD dentro de un Sistema que llamamos Sanitario. Pero no es lo mismo la SALUD que la SANIDAD. Y la responsabilidad de todos nosotros, pacientes, gestores o profesionales, no es la misma cuando hablamos de SALUD o de SANIDAD.

Un profesional de la AP tiene también que seguir estudiando, tienen que investigar como poco los problemas que afectan a su Zona de trabajo, conocer muy bien los Mapas Sociales de su zona de influencia e incidir sobre ellos desde los análisis estadísticos de la realidad con la que trabaja. Debe reunirse mucho más con otros profesionales en similares procesos sociológicos para intercambiar información, pues todo eso es Calidad Asistencial. No se trata solo de la disyuntiva de atender a los pacientes 5 o 15 minutos, sino de atenderlos con los conocimientos correctos en cada momento, tras la información actualizada y sin ser presionados por marcas comerciales. Esto se hace, pero no siempre, no en todos los casos. Y para evitarlo hay que gestionar mucho mejor los Controles de Calidad internos. No se trata solo de atender quejas de los usuarios, a veces bien y a veces mal, sino de controlar los servicios y sus calidades desde los profesionales máximos y exteriores, que deben hacerlo con conocimiento alto de lo que se necesita, dentro de los estándares programados.

Hay un excesivo uso de la Sanidad en España. Y esto hay que explicarlo bien para que nadie se lance a mi cuello. El crecimiento de pruebas a todos los pacientes en las dos últimas décadas han jugado en ese proceso de "hacer más" en vez de en un proceso de "hacer mejor". Las pruebas aleatorias o ciegas a veces no solo son incómodas sino también inútiles, por no decir que a veces son incluso contraproducentes. Y los profesionales lo saben. Deberíamos trabajar MUCHO MÁS en la Salud Global, o en la Calidad de la Salud Pública y Comunitaria, desde los propios Ayuntamientos a los controles de la Alimentación, desde las propuestas de movilidad y deporte, a trabajar mucho más en el Bienestar Emocional en las edades que ya tenemos detectadas como críticas. Nadie está diciendo que este sea sencillo.

No es admisible incluso por análisis económico estatal, que haya listas de espera tremendas tanto en AP como en intervenciones no urgentes. Admitimos mal pero admitimos que las Mutuas Laborales para bajar los costes de las Bajas laborales intervengan en esas Listas de Espera que acrecientan los tiempos de demora entre las personas que no trabajan. Pero humanamente es una aberración, pues esas personas "que se cuelan" se aprovechan de las cotización de los cotizantes que ya no dependen de las Mutuas y que tienen que esperar más. Y los que hoy "se cuelan", deben saber que en unos años sufrirán lo mismo que ahora evitan.

 Inevitablemente la saturación en AP tienen unas consecuencias rápidas y lógicas. Una saturación de las Urgencias y un crecimiento del coste de cada enfermedad por ser atendida no en su periodo lógico, sino unos tiempos después por las demoras. Y a su vez se intuye que el crecimiento de los fallecimientos en estos años e relación a las medias estimadas, tienen también un componente por la gravedad de los procesos no atendida en su momento correcto. 

Conocemos los problemas e intuimos gran parte de las soluciones necesarias. Pero no pueden venir desde las Comunidades Autónomas, sino de cambios y reformas a nivel Estatal. 

Un Sistema de Salud que ha ido sufriendo algunas reformas es válido si sabe adaptarse con inteligencia en su gestión a los cambios sociales y tecnológicos. Si sabe defenderse ante las crisis. 

No tengo claro que a todas las partes les interesa la reforma o algunas de ella prefieren simplemente el hundimiento para buscar otros sistemas de Salud, que los hay y los tenemos muy carca para copiar. 

Personalmente opino el actual Sistema de Salud en España sigue siendo el mejor. 

Pero si desde el año 1986 en que se promulgó la Ley General de Sanidad no se ha modificado lo necesario, llevar 37 años sin cambios es un detalle que igual, no sé, debería hacernos reflexionar que todos hemos cambiado mucho en los últimos 40 años, como para que también se actualice un Sistema de Salud que requiere bastantes reflexiones.

Julio Puente Mateo