En Zaragoza borramos las condenas


Nos condenan a la miseria. ¡Planta cara!

Debajo de esta pintada mal tapada hay decenas de frases anteriores que ya no gritan, están muertas y escondidas por el blanco cal. En breve seguirán escribiendo nuevos gritos. No hay otra. Creo. Y los seguirán tapando. Creo.

Los gritos de la sociedad, aunque sean verdaderos y reales en sus planteamientos, son taparlos no vayan a revolucionar el ambiente.

Esta pared tiene pintores de gritos que por las tardes noches trabajan de manera rápida, y pintores de retoque y borrado por las mañanas que no siempre borran bien. 

Nadie sabe quien es más rápido, quien es más eficaz, quien se cansará antes. Esto último sí lo sabemos, pero disimulamos.