Dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. El silencio, la desaparición, ese nuevo modo de esconderse que llamamos ghosting hace más daño que una discusión que lleva a la ruptura.
En los últimos tiempos hablamos poco entre personas, hablamos mal, nos relacionamos de manera más fría y distantes, vamos perdiendo el contacto cercano incluso el físico, pues ya lo vamos considerando casi abusivo, delito incluso si por error nos acercamos excesivamente sin un permiso por escrito.
Sí, siempre de forma educada, cortes y libre. Faltaría más. Pero admitiendo que siempre pueden existir los errores y las equivocaciones, mucho más entre los torpes, los jetas, los insensibles y los idiotas mentales.
El ghosting, conocido como el acto de desaparecer sin explicación en las relaciones interpersonales, está demostrando ser más hiriente que una discusión que conduce a la discusión o a la reflexión compartida incluso con final inevitable.
Este comportamiento del silencio refleja una tendencia creciente en nuestra sociedad, donde hablamos menos y nos relacionamos de manera distante y fría, incluso evitando el contacto físico por temor a cruzar límites.
En estos tiempos modernos, la comunicación humana ha experimentado un declive en calidad. Nos movemos hacia un panorama de frialdad y creciente individualismo, aunque si esta es la dirección que deseamos tomar, es una elección válida. Sin embargo, si no es así, es esencial cuestionar nuestras actuales formas de interactuar entre personas.