Aquellos carteles y pegatinas con una máscara teatral y una mancha roja que cerraba la boca nacieron con la censura que todavía quería subsistir en los primeros años de la democracia en España.
El grito era claro entonces: “La Libertad de Expresión es decir lo que no quieren oír”.
O el algo más rebuscado y menos utilizado de: “No hay libertad, si no hay expresión”.
Aquellas pegatinas eran muy baratas de imprimir pues se utilizaban solo dos colores en tiempos en los que se cobraba por color de impresión pues había pocas máquinas de 4 colores. En este caso sobre papel de color sepia se imprimía en rojo y negro, posiblemente en tipografía.
Curiosamente han pasado 50 años desde entonces, pero las dudas sobre la libertad de expresión se mantienen en los tiempos en los que por tecnologías, más sencillo debería ser el poder comunicarnos.
Hoy, en el 2024, se censuran muchas más imágenes que hace décadas en España, pero lo curioso es que no percibimos eso como censura.
Curiosamente han pasado 50 años desde entonces, pero las dudas sobre la libertad de expresión se mantienen en los tiempos en los que por tecnologías, más sencillo debería ser el poder comunicarnos.
Hoy, en el 2024, se censuran muchas más imágenes que hace décadas en España, pero lo curioso es que no percibimos eso como censura.
Nos han convencido de que es mejor que ciertas cosas no se vean, no se digan, no se escriban, para no molestar. Y lo hemos aceptado perfectamente.
La auto cesura es la peor de las censuras, pues nunca puedes quejarte de ella.