La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha supuesto un punto de inflexión del concepto de seguridad global que tenía Europa con su zona de influencia y balanceándose casi en exclusividad sobre la OTAN. Europa necesita saber defenderse y avanzar en sus procesos de integración militar, pero a la vez de todo de seguridades estratégicas.No se trata solo de impulsar nuevas industrias militares, sino sobre todo de empezar a depender más de ella misma para tomar decisiones y para saber defenderse en caso de conflictos. Hoy Europa no tiene ejército propio aunque lo parezca, pero tampoco tiene un sistema de información propio, ni un mecanismo de vigilancia efectiva en las guerras económicas o tecnológicas.
Las guerras ya no se ganan con infantería aunque se pueden perder por malos ejércitos de personas. Más que nunca hay que ir pensando en guerras tecnológicas, capaces de controlar herramientas de información, de "nubes y redes", de máquinas de guerra pequeñas pero mucho más efectivas. Y a su vez, hay que estar preparados para en medio de la Globalización, nunca depender de mercados lejanos, de mercados en productos clave que pueden ser manipulados en sus suministros.
Los riesgos son hoy sobre todo estratégicos, incluso geoestratégicos. Tan importante es tener suministro como asegurar esos suministros. De todo tipo. Y el COVID nos enseñó claramente nuestros tontos límites.
Hay que cuidar los recursos de todo tipo, y los sectores militares tienen que replantearse que además de soldados deben disponer de herramientas tecnológicas de primer nivel para poderse defender.
Sin equipos multidisciplinares que siendo militares beban de formaciones económicas, informáticas, de comunicación, de micro tecnologías, será imposible defendernos en igualdad de condiciones. La IA no debe servir solo para crear imágenes de tontadas, ya se están explorando procesos de toma de decisiones en todos los campos en donde se puede ser atacado.
En las nuevas guerras ya no será suficiente con saber defender bien los territorios geográficos, pues la globalización nos ha abierto esos espacios a muchos otros lugares. Ya no se trata o se tratará de conquistar una ciudad (que desgraciadamente también) sino sobre todo de conquistar suministros vitales, de opacar servicios que no se pueden meter en un cajón y esconder.
Una bomba atómica es tremendamente peligrosa, pero un ataque cibernético bien planificado con años de anticipación puede serlo igual, o un sabotaje terrorista a ciertos sistemas de infraestructuras críticas sin estar cerca del lugar, puede ser igual de crítico. Europa depende en gran medida de su propia capacidad para defender y sobre todo de ser respetada.