El Señor Rico nos pide austeridad y lo dice sin convencimiento, pues nuestra austeridad baja sus beneficios. Nos pide austeridad en su justa medida, en la suya, y depende del momento y del tiempo. Nos quieren pocos austeros, aunque a veces nos digan lo contrarios los que precisamente nos necesitan bien pilados de deudas en el consumo.